jueves, 6 de noviembre de 2008









2 La taberna.

-Entonces déjame ver si me aclaro…-. Le dijo Talaro al barman, con la lengua estropajosa. -¿Me estás diciendo que el rey es sólo una marioneta de su consejero real?
-Yo lo único que te digo, es que antes el rey no hacía nada. Excepto comer, cagar, dormir y vegetar. Pero eso no se lo digas a nadie, me podría apresar la policía política-. Respondió el barman, llevándose los dedos a los labios y entornando los ojos.

Talaro echó una ojeada en derredor y observó a los parroquianos.
Los que habían oído la afirmación del barman miraban al suelo, incluso alguien silbaba “pajaritos por aquí”.Talaro volvió la mirada al barman, apuró la cuarta, y pidió la quinta cerveza.

-¿policía política?-. Preguntó escéptico.
-Como lo oyes, antes esto era mucho más sano, las calles estaban hechas mierda, había delincuentes, pobreza… pero podías salir a la calle y cagarte en Dios, en La Virgen y en la madre que los parió…
-¿podrías blasfemar menos?
-No me sale de los cojones, y te lo digo con indiferencia, porque estaba hablando y quiero seguir.
-Ah vale… prosigue
-Lo que te decía; que ahora cualquier persona que hable mal del gobierno, “zas”, le dan jaque-. El posadero cruzó los brazos y adoptó expresión taciturna a la vez que asentía con la cabeza. Talaro, impresionado por tal muestra de convencimiento y por la decisión de su discurso, sintió que le secaba la garganta y apuró la cerveza.
- Pero eso es tembri… tenril… embi…terrible-. Consiguió articular el cerdito, visiblemente afectado.
-Sí, pero no está todo perdido-. Contestó el tabernero, al tiempo que servía otra jarra. –A esta invito yo. No está todo perdido porque un grupo de cerdos excelentérrimos estamos luchando contra la tiranía. Desde las sombras, con pocos medios, pero con pureza de corazón… eso y dos cojones bien puestos vaya-.
Talaro observó con detenimiento a su interlocutor, su primera impresión había que era un cerdo gordo, con churretes de grasa en el delantal, sin afeitar y con un bigote de aspecto aceitoso… y por mucho que buscó los rasgos de un héroe revolucionario, siguió viendo a un tabernero obeso y sucio. Aún así, su perorata parecía atesorar un leve rastro de verdad.
Talaro se levanto del taburete con dificultad, plantó las pezuñas con firmeza en el mugriento suelo, levantó la vista con el ceño fruncido y dijo con decisión:
-Tengo pis-.
-Vaya hombre, yo que creí que ibas a unirte a la rebelión-.
-¿qué?... ¡ah eso!... pues vale.
- Será duro, te lo advierto.
-Vale, tengo pis, e iré a mear cueste lo que cueste.
-Esa es la actitud que buscamos… hermano-. Dijo el tabernero, al tiempo que, emocionado, abrazaba a Talaro.

1 comentario:

Juan dijo...

Ir al pueblo, entrar en la taberna, que nos hablen de un tirano y nos den una aventura... Oh Dios, ¿¿estoy jugando a Rol?? XD

Me encanta la salida del pis. Quiero decir en tu cuento. Bueno, también me gusta cuando sale, tan amarillito...